domingo, 15 de noviembre de 2009

Multiplicidad de lecturas. Ibn Shuhayd

//Cuando vi que llegaba la noche fría y oscura, que los vientos se arremolinaban,
//y que las manos del cierzo gélido cubrían rápidamente a las calvas colinas con un turbante de nieve,

//yo alcé dos fuegos para el caminante de la noche, quien vio dos rayos de luz converger bajo las estrellas,

//y avanzó con el estómago helado y sin manos para defenderse de los infortunios.

//Le dije: “¿cómo vienes a la humareda?” -Contestó: “¿acaso existe algún fuego que no tenga humo?”

//Lo conduje hacia las brasas que despedían para el huésped un fulgor relampagueante, distinto del yemení.

//Mientras él bebía, yo le daba bocaditos de pollo y de cordero.

//No cesó de comer ni de beber alternativamente, hasta que, saciado su apetito, deseó dejarlo.

//Le di una manta y se tendió en su litera; sus mejillas echaban llamas por el vino.

//Continuó enamorado de la estancia, mientras nosotros le atendíamos con alegría, con afabilidad y agradables palabras.

//Sobre él ascendían sahumerios de áloe verde como un viento cargado de nubes.

//Hasta que él mismo quiso marcharse porque añoraba reunirse con su familia.

//Yo le proporcioné remedio a su situación necesitada, y él me proporcionó fama por todas partes.

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Abu Amir Ibn Shuhayd (Córdoba, 992-1035)
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Este texto es un buen complemento a la entrada anterior. Después de la hostil incertidumbre de las serpientes de Laocoonte, resultará bien agradable la hospitalidad de este poema. Sin embargo, Ambos guardan en común la posibilidad de ser abordado desde diferentes interpretaciones. Según la simbología que le otorguemos a los elementos del poema, así estaremos tratando uno u otro asunto.
Ya sobre la foto de Berenice Abbott comentamos cómo, con el tiempo, podemos sacar interpretaciones distintas de un mismo texto. También aquí es así. Han pasado más de diez años desde que descubrí a este poeta andalusí en la Facultad, y muchas cosas han cambiado. Pero lo que me interesa esta vez es la variedad de perspectivas que se pueden tomar atendiendo a la "polisemia" de símbolos como la oscuridad, el fuego, el vino...
La propia naturaleza de la poesía árabe se presta a esto. Las rigurosas normas que atenazan la composición (la compleja métrica árabe, la rima y rimas internas, el género escogido, los tópicos prácticamente obligatorios) obligan a sus poetas a todo un alarde de genialidad para entretejer algo distinto y profundo. Shuhayd era uno de estos genios, capaz de renovar e iniciar una nueva tendencia sin desgajarse de la tradición clásica. Junto con Ibn Hazm y Ibn Zaydun, son los tres grandes nombres de a lírica culta andalusí.
En cuanto a las interpretaciones, tomando como punto de partida todas las fases de la hospitalidad según el poema, podrían enfocarse desde estas perspectivas:
  • El amor: También el amor en la poesía árabe está codificado. Shuhayd es todo un maestro en fusionar el amor udrí (platónico) y el amor ibahí (pasional), unión que de antemano parecería imposible. ¿Cómo puede haber tanto placer en un amor tan casto? Pero este amor surge de la desesperación de la noche, de la esperanza y el deseo del amante, y culmina con la libertad del amado. ¡Qué lejos del amor posesivo que tanto impregna a los seres humanos! ¿Cómo es aquí el proceso amoroso?
  • La educación en el sentido de proceso de enseñanza: Si miramos la noche como el estado de la terrible ignorancia, ¿cómo interpretar todos los agasajos del huesped? Y cuando el alumno se siente preparado, ¿por qué vuelve precisamente a la familia? Y no podemos pasar por alto una relación más profunda entre la fama como cultura (no como popularidad), tradición, símbolo.
  • El proceso poético: Evidentemente, el poeta trata el poema como al propio huesped. Agasaja su texto para que el lector se enamore de la obra. Cualquier obra de arte lanza sus luces para nosotros, caminantes de la noche. Y una vez más hemos de reflexionar sobre ese volver a casa y esa fama.
  • La historia, la personal en la Historia: No podemos dejar de lado que la Fitna que destruyó Córdoba es uno de los temas recurrentes en Shuhayd. ¿Es acaso la intimidad de la persona la verdadera alternativa a los desastres de la sociedad?
  • La moral noble: Nos recuerda mucho al sentido de la hospitalidad griega que Homero describe en la Ilíada (véase el episodio entre Glauco y Diomedes). La moral del hombre noble, que ha de usar su posición para, no ya aliviar, sino "ennoblecer" al desvalido, es todo lo contrario de las mezquindades que vio durante la Fitna.

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