domingo, 14 de marzo de 2010

EL ERROR. "Los que no se enteran"

Chirigota de Cádiz, 2010, "Los que no se enteran", escrita, compuesta, y dirigida por José Luis García Cossío, "El Selu".

Ya ha pasado un tiempo prudencial para certificar que comentar a estos graciosos no es producto de un avenate carnavalero. Ahora vamos a hacerle la cuaresma a esta chirigota. El cómo está construido el discurso de este repertorio, es un asunto a tratar muy seriamente. Nos avisa de una realidad que todos deberíamos tener en cuenta: nuestros actos y nuestro discurso hacen aguas por todos lados.

Nosotros creemos que el mundo tiene sentido, y que las cosas son (simplemente) sólo un poco diferentes a como debieran ser. Pero esa escasa diferencia justifica todas nuestras tribulaciones, nuestras obsesiones, nuestras angustias. Y, sin embargo, si asumiéramos que nuestro mecanismo constructor tampoco es tal como creemos ser; si admitiéramos la fuerza recurrente de nuestros propios errores; si trabajaramos con la intuición de que casi nunca nos enteramos de nada; si tuviéramos en cuenta todo esto, ¿cómo nos moveríamos en el mundo?

¿Cómo moverme por la selva de mis errores?

En el texto propuesto, tenemos un compendio de los procesos que vician el lenguaje y condicionan nuestra percepción del mundo y lo que somos. Una vez más aplazo para más adelante un análisis lingüístico más exhaustivo. De momento, me limito a señalar sólo algunos elementos muy evidentes.

  • Presentación: Saltar de una cosa a otra. El discurso no tiene dirección, está caóticamente zarandeado por sus propias analogías. A resaltar dos frases: "Vengo indignado", "si es que es todo".
  • Primer pasodoble: En primer lugar, la importancia de la cinésica. Por otra parte, aquí predomina la asunción de la paradoja. No tanto una asunción como una obviación de lo paradógico de nuestras estructuras. Y no trata un tema baladí: el fin del mundo es el fin de nuestra propia existencia mortal. ¿Cuál es el verdadero sentido y valor de aquello que consideramos importante?
  • Segundo pasodoble: La identidad. Lo que sé de mí, lo que pienso que se espera de mí. La ficción de lo que creo ser. Visto desde fuera siempre soy como una parodia de ese que soy. El ego. Y magnífico el último error: el fallar de hora, el fallar de lugar, el fallar al que espera... el gran error donde presume el yo, para con el otro.
  • Cuplés: Curiosa asociación entre la trompeta y la tecnología. Enlazado con el primer pasodoble, volvemos a la vanidad de los movimientos y estructuras humanas y su ilusión de progreso (la "york siete" serviría simplemente para "inflar la colchoneta"). Llevado al extremo de la mayor creación tecnológica del hombre, el lenguaje, ¿cuál es la verdadera eficacia del discurso? ¿No es acaso tan provisional como todo nuevo invento?
  • Popurrí: 1-) Estamos sometidos por nuestro dios, el lenguaje fallido. 2-) El intento para corregir los errores de nuestro mundo-discurso provoca aún más errores y nos pone aún más en evidencia. 3-) El olvido; la represión de lo que es verdaderamente importante. 4-) ¿Me atreveré a asociarlo con El malestar en la cultura? Se nos atraganta nuestro deseo, creemos consumir placer (feria) y en realidad es deber (feria del libro) lo que pasa por la garganta. 5-) A partir de ahí el mundo no tiene sentido, el agua salta de dimensión, el deseo se desvanece fugaz. 6-) Pero da igual, si sé que no tengo el control, podré ver y mostrar "abierto herméticamente" el corazón.

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