domingo, 24 de abril de 2011

D. Aronofsky: CISNE NEGRO

Estaba claro que cuando empecé a hablar del cisne, era para llegar a esto. Confieso que debo de tener debilidad por el cine de Aronofsky, esta es la segunda película suya que comento en este blog. Por otra parte, intentaré no hablar de ella, contar su historia, sus detalles. Prefiero que cada cual la vea lo más libremente que pueda. Simplemente aviso: los que vayan buscando algo tremendamente original, están equivocados; los que busquen una película clásica, están equivocados; los que esperen transgresión, están equivocados; y todos los que piensan que esta película no es buena, lo siento, están tremendamente equivocados. Lo más que puedo conceder es que esta película pueda resultar incómoda a unos y a otros.
Es cierto que historias sobre el "lado oscuro" tenemos unas cuantas. Esta es sólo una de ellas. Sobre el afán de perfección, también. Sobre los delirios de una mente sufriente, también. No es más que una película bien hecha, una historia contada como se quería contar, unos personajes trazados como era necesario que se trazaran. Y, otra vez, si alguien piensa que no puede sentirse identificado con Nina, que es un caso extremo, que las personas no somos así... se equivoca.
Al menos yo también me siento así. Siento que he de trabajar en un mundo heredado, unos patrones heredados, unas normas heredadas. No puedo salir de este mundo. Ni siquiera deseo salir de este mundo; es más, haría todo lo posible por alcanzar la perfección. Pienso que todos nuestros movimientos van buscando la perfección de lo que somos, nobles o innobles, zafios o brillantes. Son los otros los que interfieren y no nos lo permiten: los que brillan se empeñan en picar a los zafios, y viceversa. Es el mundo, con sus inesperadas convulsiones el que me impide ser el mundo que yo quisiera.
En este sistema paradójico, ¿es posible la perfección? Pensémoslo de la siguiente manera:
Mi ser está caracterizado por una estructura concreta. Veamos esa estructura como una adicción. Yo soy un adicto, pongamos por ejemplo, no sé, al tiempo. Esa adicción es lo que soy, y lo que hago lo hago en función de esa idea. Pero está claro, que como cualquier adicción, esta estructura tiene un límite: tarde o temprano el tiempo me destruirá. 
La única manera de salir de ahí es a través de un proceso de transformación, de desintoxicación. Yo mismo no podría alcanzarlo, pues mis decisiones están condicionadas por mi estructura adictiva. Entonces, necesito una intervención desde fuera, un cirujano, alguien que interfiera con otro ser algo distinto. De alguna manera, en mi propia estructura ha de haber una grieta, una contradicción, una paradoja, que permita la entrada del otro.
P
ero claro, si me transformo, muero. Desaparece la adicción, desaparece el ser adicto a eso. La muerte es inevitable, pero hay distintas muertes. Por tanto, la perfección no se consigue desarrollando sólo una de las partes de la adicción. He de llegar hasta el final, hasta sus límites, hasta su contradicción inherente. Vivir en la paradoja de que la adicción no se sostiene. Por muy seguro, constante, preciso que nos parezca el tiempo, el mismo tiempo que nos mantiene, nos destruirá. 
Entonces, ¿alguien piensa que es perfecto?, ¿alguien piensa que no puede alcanzar la perfección? Evidentemente, si nos posicionamos como Dalí y Leda, un emblema perfecto que es capaz de dar cabida a todo, si nos creemos perfectos, entonces damos rienda suelta a nuestra adicción, sea la que sea; que siga funcionando, hasta que su límite nos destruya. Si nos posicionamos como el protagonista de la fábula, que, aunque se vea como un brillante cisne, sabe que siempre ha sido un patito feo (obsérvense todos los significados de "pato", canard, en francés), si nos damos cuenta de que lo que somos, nuestra adicción, no se sostiene, entonces tal vez el límite nos fulmine en pleno camino de perfección, de la incómoda y desagradable perfección.
Esto no se sostiene. Y si aún no estáis deacuerdo, fijaos entonces en todo lo que he tenido que hacer para convencerme a mí mismo de que no estoy equivocado.  

Otras visiones de Cisne negro de Aronofsky:


Y ahora, vuestras visiones:

domingo, 17 de abril de 2011

Salvador Dalí: LEDA ATÓMICA


"En fin, el inconsciente daliniano haciendo aparecer a Leda detrás de Gala, la madre cósmica de los Gemelos Divinos, yo puedo cerrar la boca y permitirme poseer (comer) en toda legitimidad a mi padre, mi hermano, mi madre y la belleza".
Salvador Dalí: Las pasiones según Dalí. "Gala".

Aparentemente el huevo está roto. Los significantes están desatados, no se tocan entre sí, y eso es el mundo. Así nos sugiere este cuadro la cosmogonía del orfismo. Sin embargo, hemos de leer, creo, en Dalí todo lo contrario: el mundo, prolífico en detalles, elementos dispersos, fuerzas y tensiones que en realidad no están en contacto, pero que Dalí en su inteligencia genial y delirante se esfuerza en reunir y unificar en un todo cósmico.
Muchos y otros, han analizado las referencias científicas, mitológicas, estéticas, matemáticas, etc, que encierra en este cuadro. Todo un compendio de saber humano. Lo que quiere Dalí es dejar cerrado el huevo. Y que el huevo y todo sea Gala. Un esfuerzo angustioso y titánico por unificar hasta el más mínimo detalle de la realidad; gracias al cual Dalí podía aguantar otro segundo más, en su huevo ilusorio, y nosotros quedamos beneficiados con el talento de su obra.

"Se trataba de la presencia ineluctable, en el fondo de mí, de mi hermano muerto, tan adorado por mis padres que, al nacer yo me pusieron el mismo nombre, Salvador. El choque fue violento, como el de una revelación. Ello explica también los terrores de que era presa cada vez que penetraba en la habitación de mis padres y que veía la fotografía de mi hermano muerto: un niño muy guapo, engalanado de encajes y cuya imagen estaba muy retocada, hasta el punto de que, por constraste, toda la noche me representaba a este hermano ideal en un estado de putefracción total. Sólo me dormía con el pensamiento de mi propia muerte y aceptando hallarme en el ataúd, finalmente en reposo. Gracias a Pierre Roumeguère, he podido comprobar que un mito arquetípico como el de Castor y Pólux tenía para mí un sentido de realidad visceral."
Salvador Dalí, en Entrevista con Salvador Dalí, de Alain Bosquet.

El sentido del cisne en el mito de Leda es más prosaico, a mi parecer. De la misma manera que la casa de Minos, en Creta, marca su ascendencia divina con el rapto de Europa por Júpiter-toro; la casa de Esparta, Micenas y su dominio del Peloponeso, marca su ascendencia divina con Leda y el cisne-Júpiter. ¿Por qué cada animal en cada caso?; se me escapa.
Ambos tienen elementos claramente sexuales. En las pinturas minoicas vemos a las acróbatas saltando sobre el toro. Las connotaciones sexuales del cisne son evidentes (su aparente asexualidad, propia de todas las aves, queda compensada por su fálico cuello). De hecho, esa relación con la inmaculada concepción mariana es la que parece hacer ver Dalí con sus dos cuadros "atómicos": este de Leda y La Madonna de Port Lligat.
Los hijos de Leda están ligados a la ambición, la codicia, la envidia y los celos. Por un lado tenemos la disputa entre Castor y Pólux contra Idas y Linceo; por otro la Guerra de Troya en torno a un nuevo rapto, el de Helena (sin olvidar las crueles pasiones que rodean a Clitemnestra y sus hijos). Las grandes colecciones de héroes griegos (Troya y los Argonautas), parecen un esfuerzo por "cuadrar" todos esos símbolos dispersos (atómicos) que son los mitos griegos, en genealogías intrincadas y geniales.

El huevo está roto, sin duda. Y cuántas veces el arte intenta unir sus piezas. 

Y ahora, el repertorio de páginas encontradas mientras navegaba por los misterios de Leda y Dalí:
  • Sol Villacèque: Literatura y pintura: unas consideraciones sobre el tabú sexual en Salvador Dalí; "lectura cruzada de la novela Rostros ocultos (1943) y de dos lienzos, Leda Atómica (1949), y Pop-Op, Yes, Yes, Pompier, la Estación de Perpiñán (1965), todos ellos de Salvador Dalí".
  • Mónica López Ferrado: La obsesión de Salvador Dalí por la ciencia. História, Ciências, Saúde – Manguinhos, v. 13 (suplemento), p. 125-31, octubre 2006.
  • Mariana López Ávalos: Leda y el cisne; blog dedicado al mito de Leda y el cisne.
  • Dalí, entre Dios y el Diablo: en el blog Recorriendo-web.
  • Dr. Pierre Doumeguère: Canibalismo y estética. Del Canibalismo Paranoico de la Gastro-Estética. Hacia una ESTETICA BIOLOGICA. La oralidad, vía imperial de acceso al Universo Daliliano. Introducción al libro DALI...DALI...DALI..., en la Editorial Galaxis. 


domingo, 10 de abril de 2011

H. C. Andersen: EL PATITO FEO

Sería demasiado triste narrar todas las privaciones y la miseria que hubo de sufrir nuestro patito durante aquel duro invierno.
Lo pasó en el pantano, entre las cañas, y allí lo encontró el sol cuando volvió el buen tiempo. Las alondras cantaban, y despertó, espléndida, la primavera.
Entonces el patito pudo batir de nuevo las alas, que zumbaron con mayor intensidad que nunca y lo sostuvieron con más fuerza; y antes de que pudiera darse cuenta, encontróse en un gran jardín, donde los manzanos estaban en flor, y las fragantes lilas curvaban sus largas ramas verdes sobre los tortuosos canales. ¡Oh, aquello sí que era hermoso, con el frescor de la primavera! De entre las matas salieron en aquel momento tres preciosos cisnes aleteando y flotando levemente en el agua. El patito reconoció a aquellas bellas aves y se sintió acometido de una extraña tristeza.
«¡Quiero irme con ellos, volar al lado de esas aves espléndidas! Me matarán a picotazos por mi osadía: feo como soy, no debería acercarme a ellos. Pero iré, pase lo que pase. Mejor ser muerto por ellos que verme vejado por los patos, aporreado por los pollos, rechazado por la criada del corral y verme obligado a sufrir privaciones en invierno». Con un par de aletazos se posó en el agua, y nadó hacia los hermosos cisnes. Éstos al verle, corrieron a su encuentro con gran ruido de plumas.
–¡Matadme! –gritó el animalito, agachando la cabeza y aguardando el golpe fatal. Pero, ¿qué es lo que vio reflejado en el agua limpia? Era su propia imagen; vio que no era un ave desgarbado, torpe y de color negruzco, feo y repelente; sino un cisne como aquéllos.
¡Qué importa haber nacido en un corral de patos, cuando se ha salido de un huevo de cisne!

Hans Christian Andersen: El patito feo.

Todos conocemos este cuento, porque todos hemos sido niños diminutos y torpes, apocados por el saber y la fuerza de nuestros mayores. Todos hemos soñado que creceríamos, y nuestra fuerza y nuestra inteligencia, nuestra belleza, nos haría triunfar sobre el mundo. Curiosamente, luego, los adultos tienden a pensar que son ellos los feos y que era en su infancia cuando fueron cisnes.
En realidad esto parece más una adivinanza: feo para sí, hermoso para los demás. Feo en el instante, hermoso en el recuerdo o en el deseo. Pero no olvidemos, que este cuento es otro Narciso, vuelto del revés, pero lo mismo. De hecho, los griegos asociaron el origen del cisne con el arrogante Faetón, que necesitaba demostrar que era hijo del Sol (no debería ser evidente). Todo esto es, a fin de cuentas, intentar comprender esa arrogancia que tenemos en la mirada. El problema del espejo.
¿Quién nos mira a través del espejo? Y, ¿qué ve?
Y cuando vivimos en el mundo (que también es otro espejo), soñamos con su imagen, y con nuestra imagen. En alguna parte tiene que quedar el paraíso, el cisne que soy. Y tanto nos duele lidiar con la aspereza del día, que pensamos que la fealdad está en nosotros y no fuera. Y viceversa, porque las pasiones están fuera del espejo. Y el que lo comprende, ése, es hermoso.
En el estanque del Pathos vivimos inquietos. Desconfiamos en nuestro corral de la comedia del otro: patos, gansos, ocas y gallinas. Cansados día tras día, de nuestro cuerpo de barro, no, de nuestro cuerpo de carbón y de ceniza. Quisiéramos cantar, parloteamos, pero estamos mudos. ¡Cuesta tanto volar! Abandonar nuestra pesada existencia y mirarse en el espejo liviano y engañoso del ser. Entregar por fin ese momento de belleza a la mirada del Padre.

domingo, 3 de abril de 2011

EL CANTO DEL CISNE: Saint-Saëns

Se denomina "canto de cisne" a la última obra de un compositor o cualquier tipo de artista. Esto se debe a la leyenda clásica en la que el cisne, antes de morir, canta una melodía acorde con su elegante aspecto. En este blog hemos comentado algunos "cantos de cisne": La flauta mágica de Mozart, los cuartetos de Beethoven, Inteligencia Artificial de S. Kubrik, La reina india de Purcell, incluso el discurso de Roy en Blade Runner.

El cisne no canta. No puede producir más sonido que una respiración cargada. ¿Por qué entonces esta leyenda? Lo primero que se me viene a la cabeza es que los griegos, no podían admitir que una formas tan apolíneamente elegantes no estuvieran también compensadas con el mejor de los cantos. Y como las sacerdotisas de Artemis guardaban su virginidad, los cisnes guardaban la belleza de su canto para entregársela a Apolo en el momento de su muerte, su apotheosis.

Decir que no existe el canto del cisne es como no poder unir belleza y muerte. Y tal vez sea esa la causa del mito. En la imagianción el ave más hermosa encuetra su canto más hermoso en el momento de la muerte. O es decir, que sólo a través de la muerte se consigue cantar la belleza. El cisne, en el momento de su muerte, consigue hacer de su constante silencio, el perfecto canto a la muerte.

El verdadero canto de cisne es aquella obra que silencia a todas las demás. A veces es la última, otras no. Pero parece que cuando es al final, toda la vida parece tener más sentido.




En cuanto a la obra de Saint-Saëns. No debemos olvidar que El carnaval de los animales es una obra de humor, paródica, irónica, incluso cínica. Muchos ven aquí una de las melodías más hermosas de todos los tiempos, y sin duda lo es. Lo que Camille consigue es reírse de todos estos románticos patéticos y melancólicos que alcanzan el éxtasis cada vez se aúna ese meloso timbre de belleza y de muerte, y se sube una nota más, y se alarga un compasito más. ¡Oh, la muerte, oh, oh!
No hace falta tomarse tan en serio la belleza para disfrutarla o para que surta efecto. Y seguirá siendo belleza. No sé a quién no le gusta esta pieza. A mí siempre me ha encantado. Probablemente, con esta particular broma, Saint-Saens ha dado el mayor de los gustos a aquellos que viven obsesionados con los patos, perdón, con el pathos.