domingo, 3 de agosto de 2014

SPINOZA: Ética de la ficción

Vemos, pues, que puede ocurrir que consideremos como presentes cosas que no existen, lo que sucede a menudo. Y puede suceder que esto acontezca por otras causas; pero aquí  me basta haber mostrado una por la que puedo explicar la cuestión como si la hubiera demostrado por su verdadera causa. Con todo, no creo  haberme alejado mucho de la verdad, supuesto que todos los postulados que aquí he admitido apenas contienen cosa alguna que no conste por la experiencia, de la cual no nos está permitido dudar una vez que hemos mostrado que el cuerpo humano existe tal y como lo sentimos (ver el Corolario que sigue a la Proposición 13 de esta Parte).

Baruch de Spinoza: Ética, Parte II, Proposición XVII, Escolio

Hay una frase que me llama especialmente la atención: "pero aquí  me basta haber mostrado una por la que puedo explicar la cuestión como si la hubiera demostrado por su verdadera causa". ¿Acaso sólo puede haber una causa? ¿Varias causas posibles no podrían llevar al mismo proceso? Creo que aquí hay algo de ironía. En cierto modo, esta frase es síntoma de esa postura auténticamente científica: la provisionalidad del conocimiento (que algunos cientificistas olvidan). Y sin embargo, un conocimiento provisional basta para dar por cierto otro: la posibilidad de que la mente considere como presentes cosas que no existen.
Spinoza habla aquí describiendo todo un mecanismo sensorial, cuya complejidad caótica permite la alucinación, las ilusiones, algo que viene siendo nuestro pan de cada día. Son un hecho, y en aquel siglo serían un escollo para el entendimiento bienintencionado de Dios. Espinoza salva este escollo (a la vez que salva su propio cuello secular) con una elegancia envidiable.
Pero el ingrediente que falta aquí explícitamente, pero que está rondando siempre, es el catalizador fundamental de la mente (obsérvese la diferencia fundamental entre traducir la mens de Spinoza como "mente" o como "alma") humana: la palabra. 
Dice luego: "supuesto que todos los postulados que aquí he admitido apenas contienen cosa alguna que no conste por la experiencia". Y sin embargo, todo su discurso es una suerte de construcción matemática, geométrica, euclidiana, lavantada sobre unos axiomas que no son otra cosa que definiciones, que se consideran sin necesidad de demostración. Es la palabra la que ha ido tejiendo aquí esta panorámica del mundo. 
Ahora bien, este texto de Spinoza no es un texto de Física, es un texto de Ética. Es la "naturaleza del hombre" la que quiere explicar. La ciencia actual también se acerca a lo humano del hombre a través de su biología, y desde luego que "comprende", "describe". Pero lo humano de la mente no sólo está tejido por el mecanismo de su biología, sino también por los mecanismos del lenguaje y el discurso.
Estas ilusiones de las que habla Spinoza no son sólo químicas. La palabra misma, sus significantes, son ilusiones compuestas como el color o los sonidos. Y "por experiencia" sabemos el poder evocador de las palabras y los relatos. Y al revés: también en los sueños y alucinaciones escuchamos palabras. El tejido está compuesto.
En castellano tenemos una paronomasia muy productiva, que tal vez merma nuestra nitidez científica, entre "creer" y "crear" que da en homonimias tan reveladoras como "yo creo". Conocimiento y ficción están enredados. Es difícil, sin duda, discernir entre el cóctel de ficciones que construyen el entendimiento y vislumbrar lo cierto del mundo físico (y en estos tiempos donde lo experimental pasa por una complejidad técnica tiranizada por los discursos matemáticos complejos, que también confunde mirada y objeto). Lo cierto del mundo humano, ¿es acaso posible?
La ciencia que intenta comprender al ser humano, generando nuevos discursos, ha de generar inevitablemente nuevos modos de ser humano. La ciencia crea al ser humano al intentar estudiarlo (igual que la religión, la filosofía, el arte, cualquier discurso). No está "hecha" la palabra, como no está "hecho" el ser humano. Así, siempre se describe al ser humano del pasado, cuando el nuevo ser que surge de esa descripción ya es diferente (véase etimolgía). 
Pues ese es el lugar de la mente: la ficción.



No hay comentarios:

Publicar un comentario